Los tés de frutas, ya sean frescas o desecadas, destacan sobre todo por su poder aromático y por su sabor, y se diferencian precisamente de los tés de hierbas en los ingredientes escogidos para su elaboración. Y es que a diferencia de éstos, no se utilizan hierbas o plantas, sino que directamente se usa la fruta o el fruto del árbol para su preparación (o bien pueden incluso combinarse en una misma bebida).
El té de manzana es una bebida muy popular en algunos países, donde es habitual acompañarla con pastitas de té y otras galletas. No obstante, también es muy común elaborarla con canela, ya que no debemos olvidarnos de algo fundamental: la canela se lleva muy bien con la manzana, ya que su sabor se complementa casi perfectamente.